20 de enero de 2016

Tres unos

He intentado escribir con aquella musa que dije anteriormente. Esa que no es ninguna persona pero sí un sentimiento que me suele acompañar en cada momento, pero no puedo porque me puedes.

Es una rotura de cabeza, corazón y tiempo, sobre todo tiempo. 
Es una mezcla de sentimientos y varios sin fundamento. 
Amores a primera vista, que poco amor son pero bien que te marcan en el corazón o te dan en la imaginación para hacerla volar y creer cosas que serán pero que hoy no son.

Suspirando tiempos en conjugación futura, amarrados en recuerdos del pasado y hablando sobre el presente con la boca llena de nostalgia. 

Parece que la suma no es correcta y errónea es la idea de creer que siempre se será correspondido.
Sumiso al no pensar para no lidiar con la realidad.
Extrovertido en la mente pero muerto en la vida real.
Incoherencias que chocan con el resto de formas de pensar y crean roces innecesarios, separando personas; destruyendo rutinas; construyendo inicios; dando bienvenidas.

Todo son párrafos sin hilar, como tú, como yo, como aquel día que decidiste comenzarme a hablar y aquel otro que ni me preguntaste 'qué tal'.
Como hoy, en el que la incertidumbre del qué sucederá corta casi igual que cualquier 'tenemos que hablar'.



14 de enero de 2016

Ilumina mi vida

A mí solo me romperán el corazón una vez en la vida y será la misma persona que me lo dio.

Nadie mejor que mi madre para que me haga un dolor que jamás cicatrizará y un recuerdo que jamás se borrará.
Nadie mejor que mi madre para que sea esa persona irremplazable.
Nadie mejor que mi madre para que me arruine un día y lo haga el más gris de todos mis pasados y futuros días.
Nadie mejor que mi madre sabe lo que es no dormir por cuidarme y eso, eso la hace inigualable.
Nadie mejor que mi madre sabe de mis enfados, de mis llantos, de mis deseos y de mis más profundos miedos.
Nadie mejor que mi madre conoce mi coraje y mis lágrimas de impotencia, pero también mi actitud al conseguir mis metas.
Nadie mejor que mi madre me conoce y solo por ello tiene el privilegio de ser ella quien rompa mi felicidad intocable.

De los gestos, a las primeras palabras y de ahí colgando hasta el primer te quiero.
De los primeros pasos, a la carrera hasta la puerta del cole y de ahí, hasta el nos vamos de viaje que quiero huir de aquí.
De los primeros llantos sin razón exacta, a los que le faltaba tinta al boli para escribirlos.
De las primeras risas no coordinadas, al dolernos la tripa de tanta carcajada.
De los enfados al abrazo y se me cuela un lo siento entre tanto te quiero. 

Solo me romperán el corazón una vez en la vida, porque solo la persona que me hizo tenerlo puede hacerlo. Porque nadie llegará a la altura y jamás encontraré quien sin dudarlo dos veces, apueste por mí aunque todos me señalen. Nadie merecerá que le llore toda una futura vida porque no sufrió ni la mitad que la persona que me la dio.

Hay personas que marcan un antes y después en ti, pero es un mínimo roce comparado con el destrozo que provoca aquella persona con la cual has pasado gran parte de tu día a día y, con la que has sido siempre tú misma.
No imagino un día sin el pilar de mi alegría y sé que algún día llegará y todo cambiará. Ningún clavo se le parecerá ni nada podrá llenar el vacío que deje en mi vida. Aprenderé a vivir con ello y aunque el tiempo pase siempre dolerá. 

Por eso sé, que un amor duele pero cicatriza, vuelves a tener el cosquilleo y la ilusión. 
Por eso sé, que una amistad traiciona, pero alguien te da confianza y una nueva mejor amiga.
Por eso sé, que nadie volverá a darme la mano para ayudarme en mis primeros pasos, nadie verá mi primer fallo, nadie daría todo por mí ni me seguiría sin dudarlo. Nadie podría remplazar un amor formado durante años y años.
Por eso sé, que mi corazón se romperá y gran parte de él, también se apagará por irse mi Luz tan metafórica y tan dura despedida. 


8 de enero de 2016

Ni olvido, ni perdono.♀

Por cuando me gritaste que me querías con la misma fuerza con la que me dijiste que ya no lo hacías.
Por cuando me hiciste daño cogiéndome de la muñeca en mi intento de salir corriendo ante tu ataque de cosquillas y luego lo hiciste para marcar tu enfado.
Por cuando me dijiste "mira a esa, debe ser una fulana" y luego para ti me convertí en aquella.
Por cuando me dijiste que iba preciosa siempre que nos veíamos y un día en una tienda me dijiste que ni se me ocurra vestir así.
Por aquel instante en el que cogías mi móvil para llenar mi galería de nuestras fotos y luego para ver con quien hablaba.
Por aquella tarde que te dije que no podía verte y viniste para alegrarme. Posteriormente me dirías que estás harto de tantas mentiras, que quién era el otro.
Por aquellas noches de llamadas hasta las tantas y esas últimas conexiones, dejando el visto.
Por las películas que vimos, por las dulces, aquellas que no tuvieron un final definido. Esas que se volvieron amargas al no ver ni el principio ya que su único fin era mentir para conseguir un único objetivo. 
Por los paseos a 'ningún lugar' que fueron 'para qué ir sin ya estamos aquí.'
Por los besos desesperados y los que acabaron siendo obligados.
Por aquella fiesta a la que no fui por ti.
Por aquel amigo que abandoné, pensando que era lo mejor para mí o eso me hiciste creer, que tonta fui.
Por el adiós que dije después de tanto dolor. 
Por ella, la que te rompería el corazón y yo me daría cuenta que lo nuestro nunca fue amor, sino opresión.
Por la vez que me dijeron que maltrato no solo es quien agrede físicamente sino también psicológicamente y tú me machacaste. 
Por cuando te vi volver con el rabo entre las piernas frente la realidad de aquellas mujeres que no callaron hasta abrumarte y yo reí, y yo odie, y yo me sentí feliz al ver cómo te habían dejado. Y, sobretodo, yo tuve claro que nunca querría en mi vida a alguien que se parezca a ti. 

Que soy libre;
Que la mujer de tu vida no soy yo, 
que ya lo soy yo de la mía.
Que mi ropa no es el nivel del respeto,
pero sí el respeto es el nivel de tu educación.
Que con quien hablo, que con quien río,
que con quien gimo, es problema mío.
Que si bebo y me pierdo, no merezco desprecio.
Que si no quiero, no me obligues. Ten cuidado que quemo.

27, mi miedo.

Aún preguntan porque nosotros me da miedo.

Hay gente que ha venido e intentó remover mis cimientos, sin más resultado que mi pasividad ante sus intentos de hacerme feliz, creo.
Entonces, su desesperación y dolor se apoderaba de ellos, cogían sus herramientas y se iban. Algunos pegando un portazo, otros sin decir nada, pero al fin y al cabo, desaparecían. No, no dolían y si lo hacían, era efímero pero nada comparado con lo que me producía verte marchar sin saber cuando regresarías.

Tú, yo, nosotros, sin embargo, nos hemos despedido de todas las formas habidas y por haber, pero (y no sé cómo) hemos vuelto igual.
Una despedida con un portazo tan fuerte como cuando volví y la cerraste, temiendo mi huida. 
Una despedida en silencio que se rompió una tarde cuando volviste a hacerme tocar el cielo.
Nos hemos mirado a los ojos cargados de miedo, alegría, ganas, decepción, rabia, desprecio... tantos sentimientos que aún recuerdo y por ello mi miedo.
¿Y si pasan los años y no nos superamos? ¿qué haremos? Que hago si cuando creo encontrar salida mi cuerpo te echa de menos. Mis manos buscan hacerte cosquillas. Mis mejillas sonrojarse. Mis labios fruncirse ante tus pullitas buscando mi pique. Mi cerebro buscando esa conexión maldita, esa que le hace estallar al no encontrar cordura ante tanto deseo de querer lo indomable, de intentar unir unos polos muy opuestos y tan poco iguales.
Supongo (y espero) que un día nos dejemos de preocupar por el otro. De encontrarnos en tropiezos planeados. De querer nuestros abrazos. De después de mil besos, seguir volviendo a caer en los nuestros. Que nos importemos menos y confiemos más en aquel futuro sin explorar. 

Quizás el problema es que nos entregamos tanto de golpe que ahora volvemos a ser individuales pero a plazos, y lo que es a plazos siempre conlleva intereses. Unas veces pesan, otras duelen pero nosotros llevamos casi cuatro años de intereses que como sigan moriremos.

2 de enero de 2016

Remontada

Dicen que una mirada dice más que mil palabras, pero qué digo si ni con una mirada, ni mil palabras,  sino con horas de mensajería instantánea has conseguido más rompederos de cabeza que mil domingos despertando de resaca. 

Comentan del amor a primera vista; 
Comentan de querer sin ser correspondido;
Comentan de corazones rotos;
Comentan de quererse pero no poder cumplirlo;
Comento que ni me mira ni me toca, pero tiemblo.

Qué fórmula descifra este sentimiento, este de querer a ratos más que otros o quizás ilusión que  se aviva cual llama.

Dicen que la vida se basa en primeras veces y que se acaba cuando pierdes el interés por descubrir cada vez más. He de seguir creyendo que es un escalón más al cual subir, una emoción que me tocaba descubrir aunque haya días que piense que es una tontería seguir dando atención a quien, muy posiblemente, signifique una opción.

Comentan del amor a primera vista; 
Comentan de querer sin ser correspondido;
Comentan de corazones rotos;
Comentan de quererse pero no poder cumplirlo;
Comento que ni me mira ni me toca, pero tiemblo.