Vengo a hablar de mi enemiga,
de esa que duele día a día.
Hablo de distancia,
esa que me jode alguna sonrisa.
Quien sabe de distancia ya tiene esa cifra en la cabeza, ya tiene la parada de metro o el nombre del aeropuerto donde estaría la otra persona que tanto quiere.
Quien sabe de distancia sabe lo que es llorar sin consuelo porque quien te consuela está lejos, muy lejos.
Quien sabe de distancia sabe lo que es tener miles de abrazos pero no el de quien tú quisieras.
Quien sabe de distancia también sabe de memoria las paradas que les separan, las horas de diferencia que tienen, los transbordos que debe de hacer o el horario de aquel tren.
Quien sabe de distancia sabe lo que es contar los días para volver a verse.
Quien sabe de distancia valora e intenta capturar cada segundo que está con esa persona.
Quien sabe de distancia sabe lo que es llorar frente una pantalla, reír por nota de voz o contar enfados por videollamada.
Quien sabe de distancia es valiente porque solo alguien tan loco quiere así, sabiendo que los te quiero se escriben y no se dicen mirando a los ojos, que los abrazos serán contados y que más de un día no serás valiente sino suicida, serás tristeza, porque serás uno entre tantos, porque necesitarás su mano diciendo 'vamos' o estar en sus brazos.
Quien sabe de distancia valora cada mínimo detalle y memoriza fechas, las guarda con llave.
Quien sabe de distancia sabe sentir cerca aún estando lejos.
Quien sabe de distancia no sabe de imposibles, solo de improbables.
Que quien sabe de distancia sabe que quien quiere puede, porque se puede querer estando lejos, se puede tener una mitad de ti en otro país, provincia o persona, porque no hay mejor lugar donde estar que en una persona, porque no sabes lo que es querer hasta cuando formas parte de alguien.
Vengo a hablar de mi enemiga,
de esa que duele día a día.
Hablo de distancia,
esa que me jode alguna sonrisa.
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