Toda la gente alegrándose de no ser quien era cuando sonaron las campanadas el año pasado y yo deseando que nada hubiera cambiado.
Ningún año pido nada, pero este se inicio con tantas reconciliaciones, con tantas sorpresas y con tanta ilusión que fue inevitable imaginarme todo lo bueno que vendría. Sin embargo, estaba muy equivocada.
Todo se paró aquella madrugada. Al igual que cambió mi forma de pensar y mi forma de ser.
Apareció (o forcé a que apareciera) alguien que me hiciera olvidar y curar ese frío tan intenso que siento cuando lo recuerdo. Posteriormente, lo rompí, lo rompió o simplemente se terminó.
Llevaba unos meses sin escocer, pero tras aquello me rompí como lo hice esa mañana. Esta vez no me duró 24h, sino una semana entera.
Me ponía triste recordarlo, me ponía triste saber que la solución acababa de irse y me ponía aún más triste verme triste.
Sé que no tengo que encontrar la salida en nadie, sino en mí misma, pero qué difícil es cuando no te quieres.
No hay comentarios:
Publicar un comentario