9 de junio de 2018

Trecho

No sé si lloro por ti, por mí o por esa situación.
No consigo entenderme y me odio.

Harta de tanta negación acepto que estoy bien porque digo que ni tú me querrás tanto como para volver, ni yo me valoré tanto para impedirlo.

No encuentro salidas que no acaben en ti.
No quiero volver a sentir.

Hace tiempo que no vuelvo por ahí, sin embargo, mi pensamiento no deja de visitarlo. 
Tuve que dejar pasar los días para poder plasmarlo.

No hay rumbo fijado.
No sé cómo contarlo sin hundirme tanto.

Eterna primavera

Tengo miedo de no superarte y de no avanzar sin ti y contigo.
Qué contradictorio, ¿no?

Yo que tiraba de tu mano, que te dominaba y te obligaba. Yo que lo controlaba. Te besaba y me apartaba. 
Tuve momentos extremos, como cuando casi me corté la vida con aquel cristal o como cuando amanecí en otro municipio. Siempre al borde del precipicio. Jugando con la suerte que un día se fue corriendo cuesta abajo. 

Yo que modificaba el destino y condicionaba tus movimientos. Tus decisiones limitadas por mis caprichos y mi risa marcando victoria, un día desaparecieron en un beso lleno de veneno.

Tengo miedo de que un día me cruce contigo sin saber que eres tú y que tontería ¿no? Si no te conozco no reconozco, pero el simple hecho de que nuestro camino se vuelva a cruzar me atormenta y no me deja.

Yo que me lanzaba donde fuera, que gritaba a quien quisiera y me iba cuando quisiese: tengo miedo.