25 de junio de 2014

Susurros.

Por volver a caminar por tu casa,
a los ataques de cosquillas en tu cama.
Por peleas con cojines en tu salón,
y los "¿que hay para comer?" mientras abro tu nevera.
Por volver a tu balcón para que me pilles haciendo una foto del atardecer y me abraces por detrás.
Por volver a esas mañanas en las que ponías nuestras canciones favoritas y nos reíamos juntos de como el vecino de al lado se quejaba del ruido.
Por las discusiones por cambiar de canal y arreglarlo a besos.
Por volver a hacerte fotos mientras duermes aunque luego las borrabas porque decías que salías fatal aunque para mí eras - y eres - lo más bonito que podía haber.

Todos esos momentos son como susurros que comienzan con un "te acuerdas de cuando...";
como si fueran puñaladas;
como limón en la herida;
como si jamás me fueran a dejar dormir en paz;
como si el susurro tuviera tu voz; como si me persiguieran incluso en sueños;
como si fueran la melodía que suena de fondo en la vocal de mi canción favorita;
como si jamás te fuera a olvidar.

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