25 de junio de 2014

Días contados.

Antes de conocerte ya creía que amor era dolor porque ya siendo en inglés (novio/novia) o español las dos palabras anuncian que acaban igual.
No sé cómo pero me llenabas, hacías que mis noches no fueran lágrimas sino sonrisas a una pantalla hasta la madrugada, de que cualquier día fuera especial por ti.
Lo lo que hiciste fue borrar esa imagen que oculta realmente ese sentimiento y es que me dejaste como me encontraste: hecha pedazos. Cambiaste el motivo de mis lloros pero no acabaste con ellos definitivamente, solo fue amor (si se le puede llamar así) por días contados.



Susurros.

Por volver a caminar por tu casa,
a los ataques de cosquillas en tu cama.
Por peleas con cojines en tu salón,
y los "¿que hay para comer?" mientras abro tu nevera.
Por volver a tu balcón para que me pilles haciendo una foto del atardecer y me abraces por detrás.
Por volver a esas mañanas en las que ponías nuestras canciones favoritas y nos reíamos juntos de como el vecino de al lado se quejaba del ruido.
Por las discusiones por cambiar de canal y arreglarlo a besos.
Por volver a hacerte fotos mientras duermes aunque luego las borrabas porque decías que salías fatal aunque para mí eras - y eres - lo más bonito que podía haber.

Todos esos momentos son como susurros que comienzan con un "te acuerdas de cuando...";
como si fueran puñaladas;
como limón en la herida;
como si jamás me fueran a dejar dormir en paz;
como si el susurro tuviera tu voz; como si me persiguieran incluso en sueños;
como si fueran la melodía que suena de fondo en la vocal de mi canción favorita;
como si jamás te fuera a olvidar.

11 de abril de 2014

Trenes

Hay gente que dice que la vida son momentos, otras que son trenes, otras que son fallos, otras que son comienzos...
Voy a escribir sobre 'la vida son trenes' haciendo que los trenes son oportunidades:

Hay veces que llegas y no está el tren, al menos ahí te informa 'quedan X min para el próximo tren' , sin embargo, poniendo en práctica la frase en la vida, cuando llegas y aún no está, la vida no te dice cuando va a tardar en venir. La  gente negativa lo toma como que lo ha perdido y jamas volverá a pasar otro, para otros una simple duda de cuando cogerán otro tren. 



También hay gente que pierde trenes, porque se entretiene en el trasbordo, es decir, tarda mucho en pasar de una historia a otra, de pasar página o simplemente de poner punto final a algo que no tiene sentido seguir con ello y cuando se dan cuenta se ha ido una oportunidad.

Luego está la gente que se le cierra las puertas del tren en la cara, pero, ¿a quién no le ha pasado? crees que estás a punto de conseguir algo y de repente lo has perdido, supongo que eso duele más que dejar pasar el tren.

Por último está el tren que cuando llegas a la estación está ahí y puedes subirte, raramente ocurre, siempre tienes que equivocarte para avanzar o al menos eso pienso, pero si ocurre hay que aprovecharlo, porque la vida es eso, trenes, que los coges o los pierdes.

28 de marzo de 2014

— Heridas —

Y es que cariño, nos prometimos e imaginamos demasiado futuro sin contar con que esto se torcería, con que tú algún día no volverías, con que yo lloraría continuamente por lo que fue y ya no es hoy en día.
Y es que nos hicimos mucho daño entre beso y beso, entre aquellos atardeceres que veíamos, en intentar salvar continuamente algo que hacía meses estaba perdido.... 

Las fotos de los lugares en donde pasábamos las horas siguen en mi galería, en mi cabeza. Lo que sentí en mi corazón, pero de nosotros no hay ninguna muestra. Tanto tiempo y nada donde esté plasmado lo que hubo, a lo mejor es que la gente tiene razón y los mejores recuerdos son los que se tiene en la cabeza y las más profundas heridas son aquellas que no se ven.


23 de febrero de 2014

Madrid también puede ser él.

Mucho hablamos de la chica de Madrid, pero ¿qué pasa con ellos? con él mejor dicho.
El sonido de su risa es tan o incluso más bonita que cualquier plaza donde sólo se escucha el sonido de esa fuente.
El brillo de sus ojos al verme es mejor que cualquier luz que asome al caer la noche en cualquier ventana de un edificio de Gran vía.
Su sonrisa es tan bonita como las que se producen en Sol después de que entramos en otro año y se derrama champán y abrazos sin control.
Sus piropos son los que te sacan más sonrisas que cualquiera que te sueltan por preciados o El Retiro.
El color de su pelo es tan común pero tiene ese encanto que cualquiera que veas en Plaza de España no lo hará.
Sus abrazos son tan cálidos como el color de un atardecer visto desde el mirador de Templo.
Él hace que Príncipe pío deje de ser una estación de trenes más.
Hace que recorrer El Retiro se haga ameno, que junto a él, el parque se quede pequeño.
Hace que sea más divertido el montar en sus barcas, el evitar dar vueltas en círculo.
Él es aquel causante de mis desvelos como los que hay en cualquier fila días antes de un concierto en Vistalegre.
Yo quizás tendré más caídas en mi vida que cualquier skater de Legazpi pero él ha estado ahí para levantarme, como hacen ellos con la motivación de sacar otro truco.
Él es como esos curiosos gorros que cuelgan de las tiendas que hay en navidad en la Plaza Mayor.
Él es la exposición más bonita del círculo de bellas artes de Cibeles.
La adrenalina que él causa en mí no se compara con las que causa cualquier atracción del Parque de atracciones.
Él puede ser lo más moderno de Fuencarral o él más vintage que cualquier tienda que haya en Malasaña.
Él es el que causa que escriba tantas letras como las que escriben los que cantan RAP en la Tabacalera.
Él es el más merengue del Santiago Bernabéu.
A él es el que le encanta el color rojo de mis labios, como el de las manzanas rojas que hay en San Isidro.
Él hace que sus abrazos parezcan tan sinceros como los que se dan en Barajas al despedirte.
El entusiasmo que él pone en verme feliz es como el que ponen las personas que hay en Huertas para entrar en sus bares.
Para mí él es la cosa más bonita de Madrid, lo que le da su encanto, que las frases como 'perdernos por Madrid' tengan sentido, pero también el causante de que me tiemble todo al pensar que si le pierdo me cansaré de todo esto, o a lo mejor no, porque ¿quién no se enamora de un atardecer de Madrid, del ajetreo de Gran vía o de los maravillosos rascacielos que hay? porque quien vive aquí sabe el encanto que tiene y si aún no lo encuentra es que no lo conoce bien.
Madrid, ese de siete estrellas.