6 de septiembre de 2017

Escalones

Aún lo recuerdo:

tenia quince años y el corazón hecho pedazos, ya sabía que las cosas de dos a veces no son tan de dos sino que pueden haber hasta cuatro; que había una realidad en casa y tras salir se cerraba una puerta que mantenía unos cimientos más que rotos. Sabía que era sentirse vacío y sentir frío hasta en el alma.

Aún lo recuerdo:

tenía dieciséis años y solo era miedo; una coraza envolvía mi corazón y sabia sonreír cuando me soltaban que no tenía ni idea de lo que era sufrir. Ellos no tenían ni idea de qué era estar sola entre gente machacándote; cómo era mi tristeza tras ver que a veces amor no es amor sino control y opresión o que no concebía la idea de hogar con paz y tranquilidad.

Aún lo recuerdo:

tenía diecisiete años y a mitad de ello la felicidad llamó a la puerta. Parecía recuperar conciencia de que era tener ilusión, sin embargo, descubrí que hay quien te lame todas las heridas y te miente mirándote a los ojos por una simple unión de pieles; que te cuida, que crea futuro y luego te abandona. Posteriormente llegaría alguien que en una risa me quitaba todas las penas pero no las dudas y serían esas dudas las que afirmarían un fin de relación.

Aún lo recuerdo:

porque son dieciocho años llevando penas y suspirando ilusiones de irá bien; de llorar en una clase mientras un profesor te grita que tires hacía delante, que fuerte se hace; de llorar por perder por primera vez a un ser querido que me quería; de urgencias; de no dormir; de no confiar en mí; de dudar; de ver como se apaga su luz ; de ser irracional como un huracán y herir a todo el que me toque, por no pensar y lanzarme sin mirar.

Aún lo imagino:

todo cambiará y esto solo son los pasos para madurar.