23 de febrero de 2014

Madrid también puede ser él.

Mucho hablamos de la chica de Madrid, pero ¿qué pasa con ellos? con él mejor dicho.
El sonido de su risa es tan o incluso más bonita que cualquier plaza donde sólo se escucha el sonido de esa fuente.
El brillo de sus ojos al verme es mejor que cualquier luz que asome al caer la noche en cualquier ventana de un edificio de Gran vía.
Su sonrisa es tan bonita como las que se producen en Sol después de que entramos en otro año y se derrama champán y abrazos sin control.
Sus piropos son los que te sacan más sonrisas que cualquiera que te sueltan por preciados o El Retiro.
El color de su pelo es tan común pero tiene ese encanto que cualquiera que veas en Plaza de España no lo hará.
Sus abrazos son tan cálidos como el color de un atardecer visto desde el mirador de Templo.
Él hace que Príncipe pío deje de ser una estación de trenes más.
Hace que recorrer El Retiro se haga ameno, que junto a él, el parque se quede pequeño.
Hace que sea más divertido el montar en sus barcas, el evitar dar vueltas en círculo.
Él es aquel causante de mis desvelos como los que hay en cualquier fila días antes de un concierto en Vistalegre.
Yo quizás tendré más caídas en mi vida que cualquier skater de Legazpi pero él ha estado ahí para levantarme, como hacen ellos con la motivación de sacar otro truco.
Él es como esos curiosos gorros que cuelgan de las tiendas que hay en navidad en la Plaza Mayor.
Él es la exposición más bonita del círculo de bellas artes de Cibeles.
La adrenalina que él causa en mí no se compara con las que causa cualquier atracción del Parque de atracciones.
Él puede ser lo más moderno de Fuencarral o él más vintage que cualquier tienda que haya en Malasaña.
Él es el que causa que escriba tantas letras como las que escriben los que cantan RAP en la Tabacalera.
Él es el más merengue del Santiago Bernabéu.
A él es el que le encanta el color rojo de mis labios, como el de las manzanas rojas que hay en San Isidro.
Él hace que sus abrazos parezcan tan sinceros como los que se dan en Barajas al despedirte.
El entusiasmo que él pone en verme feliz es como el que ponen las personas que hay en Huertas para entrar en sus bares.
Para mí él es la cosa más bonita de Madrid, lo que le da su encanto, que las frases como 'perdernos por Madrid' tengan sentido, pero también el causante de que me tiemble todo al pensar que si le pierdo me cansaré de todo esto, o a lo mejor no, porque ¿quién no se enamora de un atardecer de Madrid, del ajetreo de Gran vía o de los maravillosos rascacielos que hay? porque quien vive aquí sabe el encanto que tiene y si aún no lo encuentra es que no lo conoce bien.
Madrid, ese de siete estrellas.